2012(e)ko urriaren 7(a), igandea
PLAGA 1.SANGRE EN EL NILO
"¿Quién es ese Dios para que YO (Faraón) obedezca su voz y envíe a Israel?", decía el Faraón, siendo él mismo una dios egipcio, adorado por todos.
El Señor le dijo a Moisés: "El corazón del faraón se ha obstinado, y se niega a dejar salir al pueblo. Ve a verlo por la mañana, cuando salga a bañarse. Espéralo a orillas del río Nilo, y sal luego a su encuentro. No dejes de llevar la vara que se convirtió en serpiente. Dile allí: “El Señor, Dios de los hebreos, me ha enviado a decirte: ‘¡Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto en el desierto!’ Como no has querido obedecer, el Señor dice: ‘¡Ahora vas a saber que yo soy el Señor!’ Con esta vara que llevo en la mano voy a golpear las aguas del Nilo, y el río se convertirá en sangre. Morirán los peces que en él hay, y el río apestará y los egipcios no podrán beber agua de allí.”
El Nilo era más que un río. Era un lugar sagrado, un objeto de adoración a través de Hapy. Era además la fuente de agua para beber de los egipcios, y clave para el desarrollo de la agricultura y la ganadería egipcias. Constituía además un baluarte para la defensa de la nación. Los egipcios bebían sus aguas con deleite y reverencia, y se suponía que tenían misteriosos poderes para sanar enfermedades del cuerpo. Se ofrecían himnos, oraciones e incienso al espíritu del río.
Allí, en el corazón mismo de Egipto, mandó Dios a Moisés, con su vara. ¿Era la varita mágica? No. Era el símbolo del poder eficaz de Dios para realizar señales y prodigios.
¿Por qué convertir el Nilo en Sangre? ¿Era la intención de Dios matar de sed a los egipcios, y a los israelitas?
El propósito era hacerle saber a Faraón quién es Dios. ¿No había dicho Faraón que quién era ese Dios? No había problema. Dios se lo mostraría.
Más tarde Dios dijo a Moisés: “Di a Aarón: ‘Toma tu vara y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus canales del Nilo y sobre sus estanques llenos de cañas y sobre todas sus aguas represadas, para que se conviertan en sangre’. Y ciertamente habrá sangre en toda la tierra de Egipto y en las vasijas de madera y en las vasijas de piedra”.
Al instante hicieron esto Moisés y Aarón, tal como había mandado el Señor, y él alzó la vara y golpeó el agua que estaba en el río Nilo a los ojos de Faraón y de sus siervos, y toda el agua que estaba en el río Nilo fue convertida en sangre. Y los peces que estaban en el río Nilo murieron, y el río Nilo empezó a oler mal; y los egipcios no podían beber agua del río Nilo; y la sangre vino a estar por toda la tierra de Egipto.
No había nada más que aborrecieran más los sacerdotes egipcios que la sangre.
Faraón se lo había buscado.
Sin embargo, mediante sus artes secretas los magos egipcios hicieron lo mismo, de modo que el faraón endureció su corazón y, tal como el Señor había advertido, no les hizo caso ni a Aarón ni a Moisés. Como si nada hubiera pasado, se dio media vuelta y regresó a su palacio. Mientras tanto, todos los egipcios hacían pozos a la orilla del Nilo en busca de agua potable, porque no podían beber el agua del río.
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