Cuando el marciano Kurio Sette hacía su ronda espacial de costumbre creyó percibir un brillo especial en el planeta tierra. Acercó su nave y comprobó que algo extraño ocurría en el Planeta Azul: las calles estaban iluminadas con luces de colores y los terráqueos se movían por ellas como un hormiguero alegre y bullicioso. Estaban celebrando algo pero ¿qué?
Se acercó más hasta oír la música de aquella fiesta. Los altavoces llenaban el aire con canciones que decía: NAVIDAD, DULCE NAVIDAD. Se preguntó: ¿Qué será esto de la Navidad? Y decidió no volver a su planeta sin averiguarlo.
Gentes apresuradas salían de los grandes almacenes con enormes paquetes como si participasen en una competición. Quizá estarían celebrando la fiesta del consumo y competían para ver quien consumía más. Pero entonces, ¿por qué en algunas zonas del planeta no tenían nada que comer? ¿Acaso no eran seres humanos y no habían sido invitados a la fiesta?
Escuchó el sonsonete de la lotería anunciando millones. ¿Estarían celebrando la fiesta del dinero? Se fue acercando hasta ver los escaparates llenos de juguetes, muchos juguetes. Esto está bien, pensó. Seguramente celebran el nacimiento de un Niño especial y se acuerdan de los niños. Pero ¿por qué no tienen en cuenta a tantos niños sin juguetes, sin tiempo para jugar esclavizados por un trabajo inhumano? Y sobre todo ¿por qué tantos juguetes bélicos, tantos video-juegos en los que se gana matando y matando?
Pensó que los humanos estaban desquiciados. Porque también oía canciones de paz y amor y veía desde su nave amplias zonas de la Tierra en guerra.
Al fin, no pudo más y decidió aterrizar. Buscó una zona relativamente tranquila entre La Rioja y Aragón y tomó tierra. Se acercó a una ciudad para ver mejor lo que había visto desde el aire. La ciudad bullía por sus calles iluminadas y ruidosas, comprando cosas, deseándose felices fiestas, preguntando a qué número había caído el Gordo. (¿quién sería ese Gordo que les iba a caer?)
Descubrió algo que no había visto antes. En las iglesias, en los escaparates e incluso en plena calle había unas figuras (la madre, el padre y el niño) formando lo que llamaban un Belén. No cabía duda: aquel era el niño Jesús y estaban celebrando su nacimiento. Esto le aclaró el sentido de la fiesta pero, al mismo tiempo, le llenó la cabeza de nuevas e inquietantes preguntas.
Quizá tú puedas ayudarle a responderlas, porque según parece, todavía está entre nosotros. Se le ha visto últimamente por las riberas del Ebro. Si por casualidad te encuentras con él (no tiene pérdida, ya sabes: de pequeña estatura, color verde lechuga y orejas en forma de trompeta), no dejes de informarle sobre la Navidad.
Pero, ¿qué le dirías para contestar a sus muchas dudas y explicarle lo que nos pasa a los humanos?
KURIO SETTE SE PREGUNTA:
Intenta responder con tus compañeros las preguntas que nuestro amigo se hace:
* Si este Niño ha venido para traer la paz al mundo, ¿por qué medio planeta estaba todavía en guerra? ¿Por qué hasta los niños juegan a matar?
* Si había venido a decirnos que todos éramos hermanos ¿por qué unos se hartaban de comer mientras otros pasaban hambre? ¿Por qué hay ricos tan ricos y pobres tan pobres? ¿Qué sentido tiene celebrar la Navidad comiendo y consumiendo frenéticamente en un mundo así?
* ¿Cómo es que unos viven en casa confortables y otros malviven en edificaciones que se desmoronan en cuanto la tierra tiemble bajo sus pies?
Fuente: Reflejos de Luz
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