- Toma de contacto. Todos aquellos que me habéis leído sabéis que me gusta comenzar mis clases mostrando el objeto en cuestión, en este caso El jardín de las delicias, directamente, sin información por mi parte que les pueda condicionar. Los niños, a solas con su imaginación, disfrutan de un primer visionado todo el tiempo que desean enfrentándose al cuadro y a lo que él les sugiere. Tras la puesta en común de las impresiones de aquello que han observado, descubierto, de aquello que les ha provocado -no os podéis imaginar las fantásticas ideas que llegan a tener- pasamos al segundo bloque no sin antes mencionar que El jardín de las delicias es un cuadro misterioso, un cuadro que esconde grandes secretos que nosotros tenemos que descubrir.
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¿Cómo los descubrimos? Convirtiéndonos en detectives.
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- Investigación. Todo detective para poder investigar necesita pistas y esto es lo que yo les doy. En realidad se tratan de pequeños detalles, imágenes insignificantes en la totalidad del cuadro que la primera vez que uno se enfrenta a la obra pasan totalmente desapercibidos y que ahora ellos tienen que buscar. Cuantos más busquen y encuentren mucho mejor. Realmente es una especie de Buscar a Willy que divierte y entretiene a los chavales pero que sobre todo les ayuda a tomarse tiempo frente a la obra aumentando con ello su capacidad de atención y concentración. Unas pistas que posteriormente nos permitirán dirigir nuestra atención desde esos detalles a la composición global de la obra.Tras localizarlas en sus pequeñas reproducciones son ellos los que, como si de un gran puzzle se tratase, las colocan en nuestro propio Jardín de las Delicias. Todos las quieren poner, como se puede observar en las fotos… ¡¡¡se nos forma hasta cola!!!
- Contamos la historia. Ahora sí, localizados los detalles y con el cuadro en la cabeza es el momento perfecto para contarles lo que allí está pintado. Desde la imagen del paraíso como jardín maravilloso, que representa el tríptico de la izquierda, a los vicios de la época presentes en el infierno pasando por el mundo al revés pintado en el panel central en donde los hombres vuelan, los peces andan o los pájaros adquieren tamaños desproporcionados. Detalles todos ellos significantes del tiempo y la cultura de El Bosco y que nos permitirán hablar de ese final del Medievo al que pertenece y de la manera de entender el mundo allí descrita. Poco a poco, de manera gradual y adecuando nuestro discurso a cada grupo intentamos ir tejiendo las formas con su sentido, las imágenes con sus posibles significados.
- Creamos nuestro Jardín de las delicias. La última parte del taller la dedicamos a lo que más me gusta: crear su propia versión del cuadro, eso sí alejados de la copia y entendiendo que El Bosco creó un modelo de visión que puede proyectarse a nuestro propio mundo.
La única pauta que les dimos fue crear un tríptico en donde en el panel de la izquierda representasen lo que para ellos es lo mejor de su mundo; en el central su visión del mundo al revés y en el panel de la derecha los vicios y problemas que tiene nuestra sociedad. El resultado alucinante. Os dejo algunos.
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