La oración es un medio privilegiado de relación y comunicación con Dios. Dios siempre nos escucha. Pero rezar no es solo pedir; también es alabar, agradecer e, incluso, dedicar un rato a estar con Dios y disfrutar de su presencia.
La relación con Dios en la oración.
Orar es hablar con Dios Padre, que nos ama como a hijos suyos y siempre nos escucha. Jesús nos enseñó a confiar en Dios y a contarle nuestros sentimientos y estados de ánimo. Lo podemos hacer en público u en privado, a diario y en las fiestas, en familia y con la comunidad cristiana, sobre todo en el templo, donde la Iglesia da a Dios culto de alabanza, adoración, petición y acción de gracias.
Oreamos en silencio y con palabras, gestos, música y cantos; meditamos textos de la Biblia o propuestos por la Iglesia; nos ponemos ante el sagrario, donde Jesús está realmente presente, y ante imágenes de Jesús, de María o de un santo. Podemos orar en cualquier momento: al levantarnos y acostarnos, antes y después de las comidas, al salir de viaje o al comienzo y final del trabajo. Jesús oraba con frecuencia, sobre todo en momentos importantes de su vida.
Alabanza: Señor, yo te alabo por...
Agradecimiento: Padre, te doy gracias por...
Petición: Dios mío, te pido...
Fuente: Religión Católica. 6º de Primaria. Editorial Sm
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