Si fuéramos anotando en una hoja todas las cosas que vamos aprendiendo cada día, llenaríamos cuadernos enteros de pequeñas grandes sabidurías.
¡¡Así que mochilita a la espalda, saquemos punta a los lápices y despejémonos la frente!!
Aprender que uno más uno muchas veces suman tres (o cinco). Que sumar esfuerzos multiplica los cambios. Y que si lo dividimos por cuatro será difícil volver a componerlo.
Que el trozo del bocata que el amigo te ofrece sabe a gloria. Y estar siempre dispuesto a ofrecer del tuyo (entero, si hace falta) aunque nadie te lo pida.
Que es una maravilla que alguien te lea un cuento; dibujando e imaginando cada escena, creando historias que pueden ser posibles.
Aventurarse a la palabra. Al don de comunicar. Al arte de escuchar. Hablar sin necesidad de gritar.
Y descubrir que una sonrisa amplia y sincera es el idioma más sencillo, más fácil de aprender y mundialmente compartido. Y seguramnete, el más poderoso de todos.
Aprender a dar razón. Dialogar con el corazón. Aprender a pedir. Gozar compartiendo.
Jugar. Divertirte. Soñar. Ser una niña que mira, observa e ilumina su mirada cada día.
Cantar. Convertir en canción las fracciones más bonitas, y también las más dolorosas de la Vida. Y alimentar el alma con cada una de ellas.
Pintar… Sonrisas. Y alegrías. Y flores. Y miradas sinceras. Y manos abiertas.
Llorar sin que te de vergüenza.
Leer. Lo que está escrito. Lo que se esconde detrás. Lo que quiso decir aquel que lo cuenta. Lo que pudo decir aquel que calló (o lo callaron). Hacerse una opinión. Saber defenderla.
Apuntarse como principales asignaturas a la de la Alegría, la Esperanza … y al “metodo clarito, abreviado y comprometido (para toda una vida) de apuesta por la Justicia y la Dignidad para todas las personas”.
Aprender a equivocarse. Esforzarse para sacar “buena nota”. Saber suspender (y descubrir que terminarenos sabiendo mucho más…y mejor).
Experimentar cada abrazo como encuentro. Saborearlo. Bailarlo lento. Dedicándole tiempo a la amistad. Y al amor. Y sacarse matrícula de honor repartiendo muxotes potolos siempre que nos salga del corazón.
¡Comienza el nuevo curso! … mmmm, definitivamente, ¡cuánto me queda por aprender!
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