El reino de Israel fue arrasado por los asirios y todos los israelitas fueron deportados a Nínive.
Luego, el reino de Judá fue invadido y destruido por el imperio de Babilonia, y allí deportados todos los judíos.
Después de muchos años de destierro los judíos pudieron volver a su tierra, pero ya no como una nación independiente, sino como una provincia del imperio persa. Con mucha dedicación y esfuerzo, conducidos por Nehemías y Esdras, todos trabajaron en la reconstrucción de la ciudad y del Templo
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