Jonás era un mensajero de Dios.
Un día, Dios le dijo a Jonás que fuera a una ciudad llamada Nínive. Dios quería que Jonás le dijera al pueblo que estaba muy disgustado con ellos.
Jonás oyó lo que Dios dijo pero no quería darles el mensaje.
Jonás se subió a un barco que iba al lado opuesto de Nínive.
Jonás quería huir de Dios.
Dios sabía que Jonás estaba en el barco. Entonces, lanzó sobre el mar un fuerte viento y se hizo una tormenta tan violenta que el barco a punto estuvo de hacerse pedazos.
Jonás y los marineros estaban muy, muy asustados.
_ Es culpa mía -dijo Jonás-.
Yo he desobedecido a Dios.
Los marineros tiraron a Jonás al mar y lo tragó. De repente, se aplacó el mar.
¿Dónde estaba Jonás? Dios hizo que un pez enorme se lo tragara. Jonás pasó tres días y tres noches dentro del vientre del pez.
Mientras estaba allí, Jonás le dijo a Dios que sentía haber le desobedecido y le dio gracias por haberle salvado la vida.
Entonces, el Señor dio una orden y el pez vomitó a Jonás en tierra firme.
¿Dónde cayó Jonás? Estaba cerca de Nínive. Nínive era la ciudad a donde Dios quería que fuera.
Otra vez Dios le dijo a Jonás que fuera a Nínive.
Esta vez Jonás obedeció.
Fue al pueblo y les dijo que en 40 días Dios les iba a destruir si no cambiaban su manera de vivir y seguían a Dios.
Y los ninivitas le creyeron a Dios, proclamaron ayuno y se arrepintieron. Al ver Dios lo que hicieron, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había anunciado.
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