2017(e)ko abenduaren 27(a), asteazkena

EL NACIMIENTO DE JESÚS. Relato bíblico


Poco antes de que Jesús naciera, llegó a Nazaret una orden del emperador romano. Todos los habitantes de Galilea tenían que regresar a sus pueblos de origen para registrarse. Así el emperador podrían contar a la población.

José y María que vivían en Nazaret, tuvieron que trasladarse hasta Belén, el pueblo de la familia de José. El camino era largo e incómodo. María iba sentada sobre un burrito, pero aun así, como estaba a punto de dar a luz, el viaje le resultó agotador.


Llegaron a Belén de noche. José buscó una posada pero  todas estaban llenas. Solo encontraron un humilde establo con algunos animales, y allí decidieron descansar. Y esa misma noche nació Jesús. María envolvió al niño en blancos pañales que había preparado; José, mientras tantos, limpió un pesebre, lo mulló con paja limpia y esa fue la primera cuna del Mesías.

No muy lejos de allí, en las colinas cercanas  a Belén, unos pastores vigilaban su rebaño. De repente, se les apareció un ángel rodeado de luz que les anunció la maravillosa noticia de que había nacido el Mesías, el salvador de todos los hombres; lo encontrarían muy cerca, en un pesebre. En elcielo, los pastores pudieron ver también un coro de ángeles que alababa a Dios diciendo:
-       ¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!

Los pastores se pusieron en  marcha rápidamente para ir a buscar al niño. Al llegar al establo, encontraron a María y José al lado del pesebre donde dormía un recién nacido. Así pudieron comprobar con sus propios ojos lo que el ángel les había contado. Se arrodillaron emocionados para adorar al Mesías y, llenos de alegría, fueron después por todo Belén a contar al resto de la gente lo que habían oído y lo que habían visto.

 
La noticia corrió entre los pueblos cercanos y muchas otras personas acudieron al establo de Belén. Pero la visita más sorprendente fue la de tres Reyes Magos que llegaron en sus camellos desde Oriente. Hacía tiempo que los Reyes Magos habían visto señales en el cielo y sabían que el Mesías iba a nacer. Se presentaron primero en el palacio de Jerusalén, pensando que ese era el lugar más indicado para encontrar al que iba a ser el Salvador de todos los hombres.  
 
En el lujoso palacio, los tres Reyes Magos fueron recibidos por el tirano Herodes. Este les preguntó a qué se debía su visita, y ellos le contaron que en Galilea había nacido un niño que reinaría sobre la Tierra y ante el que todos debían arrodillarse. El malvado Herodes pensó que ese niño le arrebataría el poder y decidió acabar con él en cuanto lo encontrara.
-       También yo quiero ir a adorar al Mesías- mintió Herodes ante sus tres invitados-. Cuando lo encontréis, avisadme.
     Los Reyes Magos se pusieron de nuevo en camino, guiados por una resplandeciente estrella que les condujo hasta Belén. Llegaron ante el pobre establo, que en nada se parecía a un palacio, en el que Jesús dormía. Sacaron entonces los preciosos regalos, que habían traído al niño. 

   Uno le ofreció oro, símbolo de riqueza; otro incienso, un polvo que se quemaba en los templos y que desprendía un olor dulce y penetrante; el tercero una caja con mirra, una antigua medicina. Después de contemplar largo rato al Mesías, regresaron a su lejana tierra. No avisaron a Herodes pues Dios, en sueños, les advirtió de las malas intenciones del tirano. También fue avisado José, que decidió proteger al niño. 

     En vez de quedarse en Belén, José y María, con el Niño, viajaron hasta Egipto, donde Herodes no pudiera encontrarlos. Y allí permanecieron hasta que, muerto Herodes, pasó el peligro. Jesús pudo regresar después a Nazaret y, durante años, vivió como un niño más, hijo de un carpintero y una bondadosa mujer.


Fuente: Historias maravillosas de la Biblia. Editorial everest.

iruzkinik ez:

Argitaratu iruzkina