San Blas, tradiciones en el País Vasco
La tradición de ponerse alrededor del cuello el cordón bendecido proviene de otros tiempos en los que se acudía a la misa el día de San Blas a bendecir alimentos y semillas para prevenir toses y catarros. La historia empezó con el cordón con que se ataban las rosquillas caseras a las que se suponía contagiadas por la bendición y que comenzaron a colgarse del cuello.
La costumbre exige llevarlo puesto nueve días y después quemar el hilo para quedar inmunizado frente a los molestos virus y bacterias.
La celebración San Blas coincide con las fiestas del solsticio de invierno que tenían lugar en los diferentes pueblos de Europa antes de la llegada del cristianismo. Dado el arraigo social de estos ritos paganos de fertilidad y expulsión del invierno la Iglesia los hizo suyos y propuso con éxito al santo armenio.
Cuentan las hagiografías del santo, que fue médico, obispo y que pasó la vida haciendo el bien. Y entre sus buenas obras figuran la sanación de un pobre niño al borde de la muerte después de que se le atravesara en la garganta una espina de pescado.
Casi seguro que los conocimientos médicos del santo tuvieron bastante que ver en la cura, pero estamos en el año trescientos y pico y entonces todo sonaba a milagro.
Como ocurre en toda Europa, también en el País Vasco son numerosas las tradiciones y ritos en torno a la fiesta de San Blas. En Bilbao, además de adquirir el cordón y bendecirlo en la Iglesia de San Nicolás es costumbre consumir los caramelos de malvavisco denominados santiaguitos.
Deben su nombre a Santiago Olavide, confitero de un local situado en su día en la calle Correo y a quien apodaban “Santiaguito” porque era más bien corto de estatura. Fue en esa confitería donde empezaron a elaborarse los famosos caramelos a base de azúcar y raíz de malvavisco. Y triunfaron claro está.
No en vano la planta de malvavisco tiene propiedades expectorantes, antiinflamatorias y sedantes. La tradición incluye entre algunas gentes la de bendecir los dulces, degustarlos y guardar los envoltorios para quemarlos junto al cordón.
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